Adaptado de: http://www.abc.es/historia/abci-maria-pita-espanola-irreductible-salvo-coruna-flota-sanguinario-corsario-ingles-drake-201703140130_noticia.html
María Pita, otra hembra de armas tomar.
Mayor Fernández de la Cámara y Pita es más
conocida en las páginas de la historia como María Pita. Poco
interesa si su nombre era ese o no, aunque debe haber sido, como tantos, un
error de registro, meramente burocrático. Lo destacable es que fue una heroína
que logró, en 1589, levantar los ánimos de
los soldados españoles de La Coruña para que combatieran sin
desfallecer contra la asustadora flota naval del corsario Drake. La
armada de asalto, enviada por potestad de la corona inglesa para tomar la
ciudad gallega y acabar con los restos de la que una vez había sido "la
Armada Invencible", o la "Grande y Felicísima Armada"
estacionada en su puerto, no esperaba encontrarse con esta mujer.
María
Pita, la gallega e ícono coruñés, fue una heroína que, tras acabar con un
alférez enemigo, se lanzó a la lucha enarbolando la bandera que este había
dejado caer.
A
mediados de marzo y a pocos días de la celebración del Día de la Mujer
Trabajadora, recordamos la historia de María Pita, cuya vida estuvo marcada por
la tragedia.
La Contra Armada
Recordar la lucha de María Pita es volver las páginas de la historia
hasta 1589, un año después de que las fantasías de Felipe II -soñando
conquistar los reinos británicos- se hundieran junto a la "Grande y
Felicísima Armada Invencible". La situación no podía
ser más propicia para Isabel Iª de
Inglaterra, ya que se había sacado de encima la flota que se
proponía tomar el archipiélago.
Pero no les bastó disfrutar del desastre
español y, ávida de venganza, la corona británica decidió organizar una flota de corsarios para exterminar los restos de los
buques de Felipe II, los pocos navíos que, resistiendo
contra todo tipo de contrariedades habían logrado refugo en los puertos
peninsulares para no ser cañoneados.
El historiador Cesáreo Fernández
Duro en su obra "Historia de la Armada Española,
desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón", cuenta que "La
reina Isabel […] pensó en evitar segunda acometida de las escuadras de España
buscando a D. Felipe ocupación en sus Estados y alejando del propio país el
teatro de la guerra".
María del Carmen Saavedra
Vázquez, licenciada en Historia su texto "María
Pita y la defensa de La Coruña en 1589", agrega que "la
documentación inglesa de la época prueba que, desde la perspectiva real, la
prioridad del viaje era destruir los barcos españoles refugiados
en los puertos cantábricos".
Sin embargo, lo que no sabían los ingleses es
que tierras gallegas les esperaban las tropas españolas y una heroína de sus
tierras. Felipe II, vencedor de los moros en Lepanto, - en
donde se batiera Miguel de Cervantes y ganara su apodo de "El Manco"-
podría rehacerse de la pérdida de "La Armada Infalible", una de las
mayores derrotas de toda su vida.
Drake, hacia España
El corsario Francis Drake, pupilo de sir John Hawkins, fue encargado de llevar acabo el plan
de Isabel Iª. El corsario - no confundir con pirata, pues el
primero tiene el apoyo total de la reina, su socia, en la guerra a los
españoles- partió de Plymouth el 13 de abril de 1589 con una flota de unas 150 naves,
y alrededor de 23 mil hombres.
El historiador Fernández Duro afirma que la
flota era compuesta por 150 velas y 23.375 hombres, aunque Isabel Valcárcel - autora de "Mujeres de armas tomar" dice que eran solo 126 naves y
23 mil hombres "entre oficiales, marineros, soldados,
comerciantes...".
En su obra, Valcárcel dice
que "En la nave almiranta, la “Revenge”, se encontraban
dos prestigiosos generales: Sir Francis Drake y
sir John Norris. El primero, máximo jefe de la Armada. El
segundo, jefe de las tropas de desembarco. Los acompañaban los generales Walter Devereux y sir Edward Norris,
encargados de la caballería y la artillería, respectivamente". La orden
estaba clara: dar toda la guerra que pudieran por mar y tierra a los
destrozados restos de la "Grande y Felicísima Armada".
Fernández Duro también cuenta en su obra que Don Antonio, lusitano prior de Crato, aliado de la corona inglesa, a su vez, quería cruzar hasta Portugal a través del río Miño para insuflar la insurrección armada de los lusos contra el rey comun con España, Felipe II.
Los ingleses, claro, querían ayudar “a Crato a recobrar el reino de Portugal si
la opinión pública le era favorable” y siempre según Duro, para ello, llevaban en sus bodegas “armas y monturas con que poner en pie de guerra a sus partidários”.
¿Por qué Drake y los ingleses eligieron La Coruña
para su ataque? Fernández Duro opina que Isabel Iª dirigió sus naves hacia las costas gallegas porque creía equivocadamente que Felipe II reunía allí una “200 naves con
víveres, municiones, cables y pertrechos en preparación de segunda
jornada a Inglaterra”.
Inglaterra pensaba, erróneamente entonces, que España preparba un nuevo
ataque contra las costas inglesas desde Galicia.
Drake, el corsario, iba
con la idea de que en la plaza se habían guardado "cinco millones en oro", según el escritor.
Drake y su armada llegaron a La Coruña durante la noche del 3 al 4 de mayo
El mismo lugar
donde les esperaban, según la autora de "María Pita y la
defensa de La Coruña en 1589", "seis navíos que habían regresado de
Inglaterra", entre otros, el galeón San Juan, "de
1.050 toneladas, integrante de la escuadra de Portugal y que, en el momento de
la partida, contaba con 50 piezas de artillería".
También había tropas de la guarnición ordinaria de la ciudad y otras siete compañías más. "En La Coruña había cerca de 600
soldados profesionales, a los que se les deben sumar las cuatro
compañías de Milicia", agrega la historiadora, y pero cuenta que se desconocen las cifras exactas de los defensores que combatieron a los
ingleses.
De cualquier modo, en la ciudad no había solamente hombres deseosos de defender su terruño, sino también cientos de mujeres que, durante la
resistencia, llevaban alimentos a los defensores, pero entre ellas se destacaba una que iría a tener una participación especial. Era María Pita.
El combate
En mayo Drake y la armada inglesa llegó al puerto de La
Coruña, durante la noche del 3 al 4. Las intenciones británicas de arrasar la ciudad no eran conocidas, y por eso Don Juan Pacheco, el capitán general de
Galicia, ordenó enviar dos galeras para descubrir qué quería aquella flota.
Esperaba que los ingleses
se acercasen solo para negociar o abastecerse. Pero, para su desgracia, quedó claro que venían en son de guerra cuando cañonearon los dos pequeños navíos enviados a su encuentro.
Valcárcel cuenta que “Salen las galeras “Diana” y “Princesa”. Desde una de
ellas se lanza una andanada sin carga para cerciorarse del carácter de
semejante visita. La respuesta: una bomba con carga, no deja
lugar a dudas”.
Drake ordenó desembarcar ese mismo día a 10 mil de sus hombres en 14
lanchones para ir tomando posiciones. Confiaba totalmente - igual que los ingleses que tratarian de invadir Buenos Aires más tarde, en 1806 y 1807- en el enorme número de combatientes que dirigía.
Pero su avance fue detenido por los
cañonazos de los barcos españoles que defendían la ciudad. No sabían que eran solamente una nao, dos
galeras y un galeón, que no pudieron impedir que los sorsarios finalmente lograran llegar a tierra firme.
Los ingleses de Drake y la reina Isabel Iª tomaron el
barrio de la Pescadería, fuera de los muros de la ciudad, matando 70 defensores. Fue una primera victoria importante, que permitió que los ingleses capturasen la artillería del galeón español San Bernardo, en arreglos en puerto. Solo dos días después los ingleses
exigieron a los 1.500 defensores la rendición. La respuesta española fue una
salva de cañón.
La valiente Pita
Luego de tratar de entrar en la ciudad usando escaleras de asalto, los ingleses explotaron una mina en la parte de la muralla que quedaba más cerca del convento de Santo Domingo. El explosivo no abrió un hueco en el muro, pero lo dejó muy dañado. "Desde ese momento los esfuerzos
coruñeses se dirigen a reparar el muro. Tarea en la que tomarán parte activa
las mujeres e incluso los niños", dice Saavedra. Los corsarios ingleses, mientras tanto, seguían firmes en tratar de hacer volar las defensas con nuevas cargas de demolición.
El día 14 fue el peor, pues era en el que estaba planeado
el asalto final inglés. El estallido no se hizo esperar, y después de que
saltara por los aires la muralla, la infantería británica cargó
por la abertura. Los españoles les recibieron con una salva de arcabuz en primer lugar, y
las pertinentes picas después. Todo ello, acompañado a coro por un sin fin de
baterías de cañones que bramaban balas contra los enemigos. Sangre y muerte y
por aquí y por allá. Por la reina y por venganza unos, y por el rey y por
salvar su tierra otros.
María Pita
El cansancio era terrible
en ambos laldos en combate. "Cuando estaban exhaustos unos y otros, un alférez inglés
alentó a sus hombres a seguirlo. Sacó fuerzas de flaqueza y cruzó la muralla
derruida portando la bandera de su regimiento", escribe la autora de "Mujeres de
armas tomar".
Los ingleses volvieron al ataque y cargaron contra el agujero en la muralla, y cuando la tropa inglesa ya estaba entrando en La Corunha, la valiente mujer que durante el
asedio había visto como los ingleses mataban a su marido, en las palabras de Valcárcel, María Pita mató al alférez, le quitó la bandera y la levantó para llamar al combate y
dar ánimos a sus compañeros exhaustos.
Hay varias versiones legendarias sobre cómo ocurrió la gesta, pero las más conocidas cuentan que lo María le tiró una pedrada,
mientras otros relatan que lo hizo con su propia espada.
"Cuando la entrada del enemigo
parecía inminente, serán las mismas mujeres las que se lancen a la lucha"
Y agrega Saavedra: "Cuando la entrada del enemigo parecía inminente,
serán las mismas mujeres las que se lancen a la lucha. La intervención de una
de ellas, Mayor Fernández de la Cámara y Pita, citada expresamente en
el “Diario Anónimo” (de la batalla) que se custodia en la Biblioteca
Nacional, sirvió para hacer de ella un mito y un símbolo de los deseos de
libertad de la ciudad herculina".
"María Pita consiguió derribar a un abanderado
inglés y de este modo enardecer a los
defensores, que consiguieron rechazar el ataque”, completa Saavedra.
Duro, por su parte, nombra a la heroína al contar que al día siguiente - el 18 de mayo- los agresores corsarios reembarcaron y salieron del puerto gallego yéndose por dónde
habían venido, igual que las tropas invasoras de Beresford en Buenos Aires, en 1806, y luego Whiteloche, en 1807.
Los ingleses, claro, tienen sus propias versiones de tales asaltos frustrados.
Un grave error
La historia de
esta heroína hubiera quedado en el olvido si no fuera porque, después del asedio, se levantaron multitud de pedidos al monarca para que homenajerara la figura Maria Pita, una mujer de esas de armas tomar.
Así lo cuenta Valcárcel, quien afirma que María
Pita se llamaba en realidad Mayor Fernández de Cámara Pita:
"La confusión de llamarla María Pita surgió cuando un fraile administró la
extremación a la hermana menor (de ella), que se llamaba María Pita, y
que falleció en La Coruña en 1638. El padre Santamaría, que así
se llamaba el fraile, la tomó por Mayor Fernández, y la describió como una “gigantona”. Si su hermana se le parecía físicamente, es
probable que también fuese una moza grande atractiva".
La vida de Mayor Fernández de Cámara Pita está
llena, desde su inicio, de un cierto misterio. Por ejemplo, no se conoce la fecha de su nacimiento. La mayor parte de las fuentes
afirman que ocurrió entre 1562 y 1568. Esto es lo que piensa Saavedra.
Valcárcel, por su lado, es más preciso: "Si en 1589 a nuestra heroína se le
supone una edad en torno a los 25 años, su nacimiento habría
ocurrido en torno a 1564".
Se sabe, eso sí, que su cuna fue La Coruña, y que su familia era muy pobre.
Se sabe, eso sí, que su cuna fue La Coruña, y que su familia era muy pobre.
La Viuda negra
Pero sí están muy bien documentados sus amores. Su primer marido fue Juan Alonso de Rois, carnicero de profesión en San Cristóbal das Viñas.
"El oficio de carnicero era uno de los menos considerados en la escala social y
seguía al de verdugo", afirma Valcárcel. Sin embargo, en lo económio no le fue mal el casamiento, con él
tuvo una hija llamada María Alonso Pita y heredó "algunas tierras en San Cristóbal das Viñas y tres casas en La
Coruña".
Debía ser bonita e inteligente Mayor Fernández, según
cuentan algunas fuentes, porque poco después que su marido murió,
ella se casó con Gregorio de Rocamonde, otro carnicero de profesión, en noviembre de 1587. Con él vivía cuando ocurrió el ataque de Drake. El asedio le costó caro a Pita, porque en él perdió a su segundo esposo.
Tras la marcha de Drake, Pita volvió a casarse en 1589.
Esta vez, sin embargo, con Sancho de Arratia - un
capitán de infantería con el que tuvo una hija, pero la mala suerte
la perseguía, y seis años después enviudó de nuevo.
"En 1599 celebró su cuarto y último matrimonio con un funcionario de la Real Audiencia y socialmente hijodalgo, Gil Bermúdez de Figueroa, hombre de posibles con el que tuvo dos hijos", cuenta Valcárcel.
"En 1599 celebró su cuarto y último matrimonio con un funcionario de la Real Audiencia y socialmente hijodalgo, Gil Bermúdez de Figueroa, hombre de posibles con el que tuvo dos hijos", cuenta Valcárcel.
El nuevo marido le impuso una norma antes del matrimonio: si él moría, no podría volver a casarse. La pena sería perder su herencia en caso de desobediencia.
Saavedra agrega que, después de la muerte del último marido -que ocurrió en 1613- Pita enviudó para siempre.
Eso sí, bastante rica para su condición social: "Se sabe que poseía
algunas propiedades en Santiago de Sigrás,
donde cultivaba pan y vino que vendía por pipas".
También prestaba
dinero, daba animales para crías, exportaba mulas a Portugal -un privilegio que tuvo gracias a su participación en el combate de La Coruña- y administraba sus
haciendas y las de sus hijos.
Murió viuda, el 21 de febrero de 1643, "en la feligresía de Santiago de Sigrás", según la autora.
En su testamento, pidió ser inhumada en La Coruña, donde había combatido contra el pirata Drake.
Murió viuda, el 21 de febrero de 1643, "en la feligresía de Santiago de Sigrás", según la autora.
En su testamento, pidió ser inhumada en La Coruña, donde había combatido contra el pirata Drake.
Pita era mujer de armas tomar
en la batalla, y en los juzgados. Así lo demuestra el que
protagonizara varios pleitos en su vida. El primero le costó dos años de
destierro y una multa, y ocurrió después que tratara de expulsar de su casa a un capitán. Luego le dieron la razón y le concedieron varias cédulas reales en su
favor.
"El otro gran pleito en el que se vería envuelta esta heroína sería el relativo a la propiedad del coto de S. Pedro de Ledoño, iniciado por su marido Gil de Figueroa", cuenta Saavedra. El último lo perdió, y en él cargó contra un hombre que construyó un edificio en una propiedad que, según María Pita decía, era de su propiedad.
Adaptado de:
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