quinta-feira, 7 de fevereiro de 2013

La Sirenita del Estanque





Sentado a  la  orilla del vecino estanque, bajo la coposa tipa que  filtraba  los  rayos  del sol, pensativo y triste, miraba las aguas sin saber por qué. 
Se agitan de pronto, y veo surgir de su seno la rubia cabellera larga; parpadean  sus  ojos  de  brillante  azul .
Es  grande  mi  asombro:   -No  huyas-  me dice. -Solo quiero  hacerte compañía, ¡te veo  tan  triste!-.
-Yo  vengo  de  lejos  y  a  veces  también  estoy  triste; conocí a mucha gente en ríos y en mares; y también a la orilla de estanques, como  ese en que estás  tú-.
¿Te quedas allí?, ¿por qué no te sientas a  mi lado? -No  puedo- responde,   moviendo su  cola  de  pez.
-¿Sabes  porque  estás  triste? Yo sí  lo sé,  recuerdas a alguien, quizás  esperas  que un día  regrese-.
Lo que dices es cierto, pero hay otros motivos también. Cuando  el  hombre  ama a su  patria, las  flores, la música, el viento, y  siente que no todo está bien, se pone muy triste, como tú me  ves.
-Hay muchos proverbios nacidos de sabia experiencia-  mueve con sus  manos  la sirenita el  agua, y extrae una  rosa. -Tómala  ésta  es  la esperanza,  el  mal  no  progresa,  recuérdalo bien, se hunde y muere después-.
                                                                                                                 Sentí aquella  brisa y en las olas flotaban más rosas cuando la sirenita se fue. 

Autor:
Luis Unzaga, Córdoba y Catamarca,  7 de febrero de 2013.

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