Carlos Fiscarrald teria se afogado nas perigosíssimas corredeiras do Alto Rio Urubamba, em julho de 1897. O seringueiro era um empresário no Peru e nasceu em San Luis de Huari, em 1862. As terras que hoje fazem parte do departamento de Madre de Dios, no Peru, entre os rios Manu, Tahuamanu, Las Piedras y Los Amigos, de repente se tornaram o foco de interesse pela borracha depois que foram descobertas as grandes florestas da valiosa árvore.
Expedições de exploração tornaram-se mais freqüentes, como a que comandou o coronel Maldonado Faustino, quem também como Fiscarrald, afogou-se em 1861. Ou a do prefeito de Cuzco, Baltasar de la Torre, que morreu tragicamente em 1873, durante uma viagem exploratória pelo rio Madre de Dios.
Atingir a região era extremamente difícil, assim como o transporte de mercadorias para o mercado europeu. A estrada para Cuzco para Arequipa era muito longa e o caminho era desconhecido entre o Rio Madre de Dios até o Madeira, e do Rio Negro, para chegar ao porto fluvial de Manaus, no Brasil e, em seguida, até o Oceano Atlântico pela Amazônia. A cidade de Iquitos, no Peru era a mais famosa base de extração da borracha, por isso era muito importante encontrar uma rota para se comunicar com Loreto, Madre de Dios. Um trecho da viagem poderia ser feito por via fluvial a partir do Ucayali, onde nasce, na junção do rio Tambo, o Urubamba, bem perto de Macchu Picchu.
Mas a partir daí, o percurso ia se tornando cada vez mais complicado, porque eles não sabiam como mover-se em direção a um afluente do rio Purus, ou ao Madre de Dios, a partir do Urubamba, e que o percurso era inviável naquele momento.
Foi nestas condições desfavoráveis, mas muito tentadoras, que Carlos Fermín Fiscarrald, o mais famoso empreendedor da borracha peruana, se lançou em busca de uma passagem que pudesse servir de comunicação entre as duas bacias. O que ele queria mesmo era juntar esse pedaço vasto e rico da selva peruana, que já estava ameaçado pelas expedições dos seringueiros bolivianos, e especialmente os brasileiros, que ainda sonhavam com criar a República do Acre, e já com a região do norte habitada por comerciantes e colonos— afirma Victoriano Unzaga que contava o inglês Robertson, que tinha herdado de seu pai o desejo louco de viajar e escrever as deslumbrantes histórias exóticas que vivia ou ouvia em suas andanças.
JV ("De Utopias e Amores, de Demônios e Heróis da Pátria"). São Paulo, 2006
Una aventura amazónica
Cuentan que Carlos Fitzcarrald se ahogó en los rápidos del río Alto Urubamba, allá por julio de 1897. Era un emprendedor cauchero en el Perú y había nacido en San Luis de Huari en 1862.
Las tierras que actualmente forman parte del departamento de Madre de Dios, en el Perú, entre los ríos Manu, Tahuamanu, Las Piedras y Los Amigos, se volvieron de pronto el foco del interés de los caucheros después que se descubrieron los grandes bosques de jebe y de caucho. Las expediciones de exploración se fueron multiplicando, como la que comandó el coronel Faustino Maldonado que, lo mismo que Fitzcarrald, murió ahogado en 1861. O la del prefecto del Cuzco, Baltasar de la Torre, muerto trágicamente en 1873, durante un viaje exploratorio por el río Madre de Dios.
Llegar hasta la región era extremamente difícil, igual que transportar los productos hacia el mercado europeo. El camino al Cuzco o hacia Arequipa era muy largo y se desconocía la ruta del río Madre de Dios hasta el Madeira y el río Negro, para alcanzar el puerto fluvial brasileño de Manaos y luego al océano Atlántico a través del Amazonas.
La localidad de Iquitos era la base cauchera peruana, por eso era muy importante hallar una ruta para comunicar Loreto con Madre de Dios. Un trecho del trayecto podía hacerse por río, desde el Ucayali hasta donde nace, en la unión del río Tambo con el Urubamba, cerca del Macchu Picchu. Pero desde allí en adelante, la ruta se volvía cada vez más complicada, porque no se conocía el modo de pasar hacia algún afluente del río Purús, o del Madre de Dios, desde el Urubamba, y la ruta era por ese entonces impracticable.
Fue en estas condiciones desfavorables, pero muy tentadoras, que Carlos Fermín Fitzcarrald, el más famoso de los caucheros peruanos, se lanzó a la busca de un varadero que le pudiera servir de comunicación entre las dos cuencas. Lo que él quería era unir ese inmenso y rico pedazo de la selva peruana, que ya era amenazado por las expediciones caucheras de los bolivianos y sobre todo de los brasileños, que incluso soñaban con crear una República del Acre, con la región del norte, habitada por comerciantes y pobladores peruanos— dice Victoriano Unzaga que le contó el inglés Robertson, que había heredado de su padre la manía de viajar y deslumbrarse con los relatos exóticos que oían en sus andanzas.
JV ("De Utopías y Amores, de Demonios y Héroes de la Patria". São Paulo, 2006)
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