El Zorro existió, sí señor!
Hay quien nos diga que el Zorro es nada más que un mero personaje de ficción, creado por mérito de la imaginación del escritor Johnston McCulley. El héroe vivió en la antigua Los Angeles, cuando la ciudad era apenas una pequeña villa de la Alta California y parte del Méjico colonial, todavía bajo el férreo dominio de la corona española.
El Zorro era un combatiente enfrentado al crimen que, cuando no estaba luchando contra la injusticia era simplemente Don Diego de la Vega, un joven noble, hijo de un hacendado español. Considerado uno de los primeros héroes de ficción de la cultura moderna, el Zorro surgió por primera vez en un cuento de "La Maldición de Capistrano", publicado en 1919 en las historietas de la All-Story Weekly. El cuento fue traducido a 26 idiomas y leído en todo el mundo.
Pero...¿existió de verdad el Zorro? En realidad, el personaje es muy semejante a algunos villanos verdaderos de la historia de California. Algunos lo asocian a Joaquín Murieta, cuya vida se convirtió en novela en un libro de John Rollin Ridge (1854), y en la película La Máscara del Zorro (1998), en la que el hermano de Murieta reemplaza a Don Diego de la Vega en el rol del Zorro. Otras inspiraciones posibles del autor del Zorro sería el propio Robin Hood, o tal vez los bandidos californianos Tiburcio Vasquez y Salommón Pico, o el indio Yokuts Stanislaus de California, que lideró una rebelión contra la Misión de San José en 1827. O quizás William Lamport, un soldado irlandés que vivió en Méjico, en el siglo XVII. La vida de Lamport fue reescrita en forma de novela por Vicente Riva Palacio. Otra fuente de inspiración puede haber sido la novela de Pimpinela Escarlata de 1905, que tiene grandes semejanzas con la historia de McCulley.
Pero es más probable que el autor también recibiera una fuerte inspiración de la historia de Manuel Rodríguez, un activo guerrillero durante la independencia de Chile, cuya figura mítica tiene algunas semejanzas con la personalidad del Zorro.
Muchas son las peripecias que la sabiduría popular convierte en verdaderas leyendas en las que el guerrillero Manuel Rodriguez es el protagonista. Se cuenta que, durante las guerras argentinas y chilenas de la independencia, y siendo perseguido por las tropas realistas, se refugió Rodríguez en un convento de los frailes dominicos y, disfrazado de monje, llevó a sus perseguidores por todas las dependencias del lugar.
También dicen que en una oportunidad, fingiendo ser un mendigo, llegó a abrir la puerta de la carroza que transportaba al mismísimo gobernador Marcó del Pont, quien en agradecimiento por aquel gesto habría llegado a darle una buena propina.
En otro hecho audaz, encontrándose en medio del campo, habría simulado ser un campesino que estaba castigado en el cepo por embriaguez, de modo de despistar, una vez más a los que lo perseguían.
En enero de 1817, estando ya próxima la llegada del ejército libertador de San Martín, asaltó Rodríguez el pueblo de Melipilla y luego volvió a repetir esta misma acción en San Fernando.
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