Las luchas por la tierra
Vi la película "La Misión", con Robert de Niro, otra vez. Y me puse a pensar en cómo los intereses económicos mezquinos de unos pocos siempre determinaron las guerras y los dolores de muchos, los más pobres e indefensos. Y en este rincón del planeta al que ahora se llama Mercosul, las pujas comerciales a veces llevan a pequeñas venganzas aduaneras, como la actual de Brasil contra Argentina. Pero en otras ocasiones son invasiones armadas, como las muchas al Uruguay por las tropas del Imperio luso-brasileño, o al Paraguay por Argentina y Brasil.
En "La Misión" se pinta el aplastamiento de las misiones jesuitas por parte de los portugueses, con el pleno consentimiento de España, que quería dejar libres a los traficantes de esclavos para que siguiesen cazando y capturando indios guaraníes sin que la Compañía de Jesús los molestase. Destruyeron una civilización comunitaria avanzada, y empezaron el aniquilamiento de un pueblo que hoy se confunde en las favelas de São Paulo y en las barriadas pobres de Curitiba y Asunción.
República Velha y nuevas agresiones a la población
No muy lejos de ésos mismos territorios que enmarcan las atrocidades de los portugueses contra la nación guaraní de las Misiones, ocurrió una rebelión campesina, la más importante durante la República Velha. Fue en el Contestado, en el extremo sur de Brasil, cercano a la actual frontera argentina, entre 1912 y 1915, en un período en que también se exacerbaron las pujas comerciales entre los vecinos del Río de la Plata y Brasil.
En el Contestado, la lucha por la tierra movilizó a unos 50.000 campesinos. Igual que había sucedido en Canudos, el levantamiento de los trabajadores rurales del Contestado mezclaba las reivindicaciones sociales con el fanatismo religioso, aunque era un movimiento mucho más generalizado que aquel otro, ya que los campesinos llegaron a controlar una amplia zona de miles de kilómetros cuadrados y amenazaron incluso con invadir la capital, Río de Janeiro.
El problema empezó con el traslado hacia los estados del sur de miles de campesinos y otros trabajadores, atraídos por las oportunidades ofrecidas por la expansión de la yerba mate y la construcción de la ferrovía de Sao Paulo a Río Grande do Sul. La valoración de la tierra hizo que los “coroneles” y las compañías colonizadoras de la región empezaran a expulsar a los campesinos de sus tierras y de las que habían ocupado. Los desalojos crecieron por el Contestado porque no había jurisdicción estatal definida, una vez que se trataba de una zona fronteriza disputada por Santa Catarina y Paraná.
Miserables y desesperados, deseosos de tierra y hambrientos, los campesinos y obreros desocupados hallaron consuelo en las prédicas religiosas –sincretismos de catolicismo y creencias sertanejas- que desde 1882 hacía el anciano curandero llamado João Maria, el monje. Su trabajo desinteresado lo convirtió en un mito ante los infelices campesinos, por lo que al morir se difundió la leyenda de su resurrección.
Hacia 1911 apareció por el sertão sureño otro personaje que se suponía ser hermano del desaparecido João María, que heredó su fama y sus métodos, creándose reputación de Santo. El nuevo monje recorrió Paraná y Santa Catarina, prometiendo a sus seguidores bienes materiales y salvación eterna. El bíblico reino milenario se preparaba en campamentos o villas santas, para esperar pacientemente el regreso al trono del rey portugués Sebastião.
En 1912 el centro de la acción de João María era Curitibanos, en Santa Catarina. Asustado por la cantidad de seguidores que llegaban al territorio, el intendente municipal le solicitó tropas al gobierno del estado, que expulsaron a los fieles de João María hasta Campo de Iraní, en Paraná. Para arrancarlos de este sitio las tropas movilizaron unos 500 hombres, que nada pudieron contra la tenaz resistencia de miles de sertanejos que se negaban a ser desalojados nuevamente.
Temiendo que se repitieran los trágicos sucesos de Canudos, el gobierno federal no dudó en descargar toda su fuerza sobre las villas santas del Contestado, que por entonces tenían su sede en Taquaraçu, ahora bajo la dirección de un tercer João María, Euzebio Ferreira dos Santos, que juraba recibir revelaciones de Dios. El ataque de los efectivos del gobierno obligó a que los sertanejos huyeran, en diciembre de 1913, más al interior y establecieran la villa santa en Caragoatá. Una acción del ejército, el 9 de mayo de 1914, los expulsó hasta Tamanduá.
Para aplastar al campesinado del Contestado, el gobierno de Rodríguez da Fonseca envió entonces al general Frederico de Mesquita –distinguido en el exterminio de Canudos- con 1.500 soldados. Pero fracasó, lo que hizo que fuera enviado el tenebroso general Setembrino de Carvalho con 6.000 hombres. El gigantesco despliegue militar, incluyendo aviones, que se usaban en Brasil por la primera vez para apoyar operativos terrestres, permitió a las tropas quebrar las defensas del Contestado –encabezadas por Aleixo Goncalves y Antonio Tavares- entre fines de 1914 y 1915.
La película de Roland Joffe, 1986, pinta el tratado hispano-lusitano de 1750, que zanjó de momento la guerra por la Colonia del Sacramento en el Río de la Plata, y la lucha entre los absolutistas europeos y la Iglesia, sobre todo la Compañía de Jesús, que tenía gran influencia cultural, económica y política. Los Reyes Católicos veían en el Papa a un príncipe y no a un jefe espiritual, y los jesuitas les parecían ser un estado dentro de sus dominios.
ResponderExcluirMuy interesante gracias.
ResponderExcluirGracias a a ti/vos, aunque no me aparezca tu nombre. Y perdón por el atraso en contestar. Es que el Blogger solo me entregó hoy una montaña de mensajes atrasados.
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