El que visite la Feria del Libro en Buenos Aires, no puede dejar de admirar el monumento a
Garibaldi que queda en el centro de la Plaza Italia. La fantástica estatua
ecuestre que los vecinos italianos le regalaron a Buenos Aires en 1904, es la
obra más conocida de Maccagnani en la Argentina; réplica de otra, que está en Italia.
En la inauguración de la copia porteña hablaron dos hombres que eran
considerados los oradores más respetados de aquel momento, el diputado
socialista Alfredo Palacios y el escritor Belisario Roldán.
San Pablo, Brasil, 9 de septiembre
de 1979
“––En 1882, la leyenda de Garibaldi hizo que los
inmigrantes italianos de Argentina, un poco después de su muerte, soñaran con levantarle
una estatua–– golpea el bastón de palo
nudoso contra el suelo de tierra reseca, se saca el sombrero y se alisa el
mechón solitario que alguna vez fue rubio, mi abuelo Victoriano.
––Los oriundi
juntaron plata entre los vecinos y llamaron al escultor Maccagnani, que hizo
una copia de otra obra suya en Brescia––el
viejo le pasa el mate a Eufemia.
––La Plaza Italia de hoy, que era entonces un paseo público llamado Plaza de los Portones,
rodeada de plátanos, en frente al tranway de Palermo, fue el lugar que
eligieron para levantar el monumento;
fantástico, con un imponente Garibaldi de sombrero y a caballo, mirando
hacia el Río de la Plata ;
lo inauguraron en 1904, en un acto muy concurrido, con el presidente Roca y
Bartolomé Mitre en el palco oficial–– me
sirve un mate y recuerda, mi abuelo.
––Había diplomáticos de todo el mundo, divisas y
estandartes de los garibaldinos, hombres rudos y humildes de la Legión Italiana ,
de las logias y clubes masónicos, que pelearon junto al gringo, defendiendo
Montevideo cuando el sitio de Rosas––
continúa Victoriano Unzaga.
––Mientras, unas cincuenta bandas tocaban el himno
a Garibaldi y a sus gestas gloriosas–– remueve
los tizones del brasero y deja el mate en el borde del fogón.
––Era un hombre con un enorme poder de convicción, seductor irresistible
para todos los idealistas de su época: anarcos, librepensadores o románticos;
como el escritor Alejandro Dumas, que se unió a los garibaldinos en Sicilia, en
la Gesta de los
Mil, en 1860–– sigue el relato de Victoriano
su amigo, Julio Ovejero.
––Dumas decía que habría inventado a Garibaldi si
no hubiera existido; contó con admiración su lucha en las duras batallas de
defensa del Uruguay, las guerras republicanas en Brasil y en Argentina, por lo
que lo consideró un hombre universal––
completa Victoriano.”
Javier
Villanueva. "Crônicas de Utopias e de Amores", São Paulo, 2006.
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