sábado, 4 de maio de 2013

La antigua Plaza de los Portones y el monumento a Garibaldi





El que visite la Feria del Libro en Buenos Aires, no puede dejar de admirar el monumento a Garibaldi que queda en el centro de la Plaza Italia. La fantástica estatua ecuestre que los vecinos italianos le regalaron a Buenos Aires en 1904, es la obra más conocida de Maccagnani en la Argentina; réplica de otra, que está en Italia. 
En la inauguración de la copia porteña hablaron dos hombres que eran considerados los oradores más respetados de aquel momento, el diputado socialista Alfredo Palacios y el escritor Belisario Roldán.


San Pablo, Brasil, 9 de septiembre de 1979

“––En 1882, la leyenda de Garibaldi hizo que los inmigrantes italianos de Argentina, un poco después de su muerte, soñaran con levantarle una estatua–– golpea el bastón de palo nudoso contra el suelo de tierra reseca, se saca el sombrero y se alisa el mechón solitario que alguna vez fue rubio, mi abuelo Victoriano.

––Los oriundi juntaron plata entre los vecinos y llamaron al escultor Maccagnani, que hizo una copia de otra obra suya en Brescia––el viejo le pasa el mate a Eufemia. 

––La Plaza Italia de hoy, que era entonces un paseo público llamado Plaza de los Portones, rodeada de plátanos, en frente al tranway de Palermo, fue el lugar que eligieron para levantar el monumento;  fantástico, con un imponente Garibaldi de sombrero y a caballo, mirando hacia el Río de la Plata; lo inauguraron en 1904, en un acto muy concurrido, con el presidente Roca y Bartolomé Mitre en el palco oficial–– me sirve un mate y recuerda, mi abuelo.
––Había diplomáticos de todo el mundo, divisas y estandartes de los garibaldinos, hombres rudos y humildes de la Legión Italiana, de las logias y clubes masónicos, que pelearon junto al gringo, defendiendo Montevideo cuando el sitio de Rosas–– continúa Victoriano Unzaga.
––Mientras, unas cincuenta bandas tocaban el himno a Garibaldi y a sus gestas gloriosas–– remueve los tizones del brasero y deja el mate en el borde del fogón.

 ––Era un hombre con un enorme poder de convicción, seductor irresistible para todos los idealistas de su época: anarcos, librepensadores o románticos; como el escritor Alejandro Dumas, que se unió a los garibaldinos en Sicilia, en la Gesta de los Mil, en 1860–– sigue el relato de Victoriano su amigo, Julio Ovejero.

––Dumas decía que habría inventado a Garibaldi si no hubiera existido; contó con admiración su lucha en las duras batallas de defensa del Uruguay, las guerras republicanas en Brasil y en Argentina, por lo que lo consideró un hombre universal–– completa Victoriano.”

Javier Villanueva.  "Crônicas de Utopias e de Amores", São Paulo, 2006.

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