Mona Maris, el verdadero amor del Carlos Gardel
anciano.
- Si quieren hablar de amor, les tengo que
contar quién es Mona Maris- nos largó un día Gardel, viejito ya, con 89
años si nos atenemos a la versión de su nacimiento en Toulouse, o llegando a
los 92, si les creemos a los uruguayos que dicen que nació en Tacuarembó. Era
un invierno frío de 1979, y yo había llegado a La Trastienda a dejarle la
perforadora a Gustavo; como demoraba, me puse a charlar un rato con el viejo
Carlitos.
- Yo estaba con mis amigos Alfredo Le
Pera y el director Gasnier, y le tomé una prueba por teléfono a Mona en
los estudios de Nueva York de la Paramount. Ustedes saben que, al
hablar, yo siempre enfatizo el típico acento porteño. Esa era mi marca
registrada, y en la prueba a Mona Maris, lo que quería era comprobar cuál
sería su reacción al actuar conmigo. No la había visto antes, y recién la
conocí al hacerle la prueba y elegirla para el papel de la vampiresa en
"Cuesta abajo"- le cuenta Carlitos al Viejo Pedro, que llega
a La Trastienda y se sienta a esperarlo a Gustavo.
- Mona siempre había hecho papeles
de niñita boba, pero después se dio cuenta que a las mujeres fatales les iba
mucho mejor en el cine. La elegí con gusto, aunque no hablaba como una
argentina auténtica: nunca tuvo acento argentino, porque se había ausentado de
Buenos Aires siendo muy pequeñita, con apenas cuatro años. Se había ido con la
abuela a los Altos Pirineos, en Francia. Y casi había perdido el idioma
original castellano. Ella me contaba que lo recuperó al mudarse a los Estados
Unidos, a Los Angeles, hablando con los mexicanos, que inundaban California- le
dice Gardel a Juancito y le recibe el mate.
-Mirá Javi- me contaba el Viejo Pedro
en Córdoba, un par de años antes de mi encuentro casual con el Gardel anciano
en La Trastienda - a los rioplatenses siempre nos gustó tener más de
una versión de la historia.
-Y así como hay una historia
"oficial" argentina, también hay un revisionismo de derecha y otro
-el de Rodolfo Puigros, por ejemplo- que a mí por lo menos, me cae más
simpático- insistía el Viejo, y yo sabía que ya no me estaba hablando
de política, sino que estaba pensando en Gardel.
-Sí, y con Carlitos Gardel pasa lo mismo.
Ahora hay una versión oficial que dice que nació en 1890, con el nombre de
Charles Romuald Gardes, en Toulouse, capital del departamento del Alto
Garona y de la región de Mediodía-Pirineos, también capital histórica
de la provincia del Languedoc. Pero los compañeros de la vecina orilla,
Uruguay, dicen que no, que nació en Tacuarembó, también un 11 de diciembre,
pero de 1887- me dice Pedro Milesi, y yo me acuerdo que el abuelo
Victoriano Unzaga también nació en el mismo año.
-Pero si nació en la Ville Rose o en el más
extenso de los departamentos orientales, Tacuarembó, poco importa, ¿no? El
hombre le cantó a Buenos Aires y terminó siendo un sinónimo del tango porteño- le
pasa el mate amargo a Juancito y me repite Pedro, con otras palabras, su misma
teoría:
-En "Buenos Aires", de 1923,
cantando el tango de Manuel Romero con música de Manuel Jovés, Carlitos lo dice
bien claro: "Buenos Aires, la reina del Plata, Buenos Aires mi tierra
querida", y esto no es para pelearlos a los orientales de la otra orilla,
sino para reafirmar su preferencia por la ciudad porteña- interviene
Juancito, cuyo acento entrerriano más se parece al habla uruguaya de Paysandú,
pero que es un fanático de Gardel.
-En "Anclao en París", el Zorzal
Criollo canta los sentimientos de los autores Barbieri y Cadícamo, lamentándose
de seguir "tirao por la vida", atado a un París del cual el tal
Charles Romuald no se hubiera quejado con tanta amargura, añorando su
"calle Corrientes, Suipacha, Esmeralda" - agrega Pedro
Milesi, y yo me pongo a pensar que sí, a veces los sentimientos patrióticos más
inesperados nos surgen desde adentro cuando estamos lejos de la tierra dela
infancia y la adolescencia.
- ¿Sabés Javi? te puedo llamar así, ¿no? Creo
que, si no hubiera ocurrido esa desgracia del accidente aéreo en Medellí
en el año 35, y si no hubiera tenido que esconderme de la fama durante tantos
años desde entonces, tal vez podría haber tenido un gran amor con Mona Maris.
Leí que se habló bastante de esa posibilidad. La verdad es que me sentí muy
atraído por su personalidad fuerte, y a ella también le impresionó mucho la
mía. Incluso teníamos un secreto en común; y es que los dos éramos “hijos del
amor”, como se les llamaba en aquella época a los que habían nacido fuera del
casamiento religioso o civil de sus padres. Ninguno de nosotros dos conoció a
su padre. La diferencia fue que a mí me crió y me educó mi viejita, una madre
inolvidable, y a ella la abuela materna. Conversábamos bastante con Mona sobre
ese tema y seguro que si hubiéramos convivido un poco más en Nueva York, por
ejemplo, esa atracción se habría transformado en un amor apasionado- contaba
Carlitos Gardel y se le llenaban los ojos seniles de emoción.
Continuará
J.V. São Paulo, 8 de mayo de 2013
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